Esto no tiene buena pinta

Cortita, a la mano y sin despeinarse

Comienza la hora de la verdad. Después de una primera fase decepcionante, la selección española de baloncesto afronta los cruces con más sombras que luces. No quiero y, sobre todo, no estoy en el derecho de criticar a los chicos de Scariolo por dos motivos: en primer lugar, por respeto a un grupo que en los últimos años lo ha ganado todo y se ha labrado a pulso el respeto del baloncesto mundial; y en segundo lugar, porque esto da muchas vueltas; si no, que se lo pregunten a Scariolo el año pasado en el Eurobasket de Polonia.

Todos sabemos que la sombra de Pau es alargada. Muy alargada, diría yo. Y que la baja sobre la bocina de 'Calde' trastocó los planes de un Scariolo que llevaba la lección muy bien aprendida y que todo le salía a pedir de boca. Pero a un gran entrenador, como es el italiano, también hay que exigirle que improvise en los exámenes y que cuando vengan mal dadas, tire de repertorio. Las rotaciones y la escasa participación de Claver son incógnitas aún por resolver.

Incluso los propios jugadores parecen haberse instalado en un estado de depresión permanente con la inesperada ausencia del base extremeño. Eso es lo que le debe pasar a Ricky, que se ha visto de la noche a la mañana, y con tan sólo 19 años, con la responsabilidad de llevar el timón de un equipo campeón. Por no hablar de la inmadurez de Fran Vázquez, que no puede compararse ni por asomo a Gasol -eso ya lo sabíamos-, aunque lo peor es que vuelve a no dar la talla en las grandes citas. Quizás ahí esté el quid de que un jugador con grandes posibilidades no se atreva a cruzar el charco.

A pesar de todo, el grueso de esta selección tiene el talento suficiente para remontar el vuelo y volver a darnos una alegría. Brasil, Argentina, Serbia, Grecia y Turquía han dado un paso al frente y han demostrado que pueden competir contra un combinado norteamericano que no es nada del otro mundo. Sólo falta España. ¿La mejor noticia?: Ahora empieza el Mundial.